Enfoque Gestalt
Para la Terapia Gestalt los conflictos psicológicos son el resultado de la interacción del individuo y su entorno. El terapeuta gestalt recibe a una persona que en su relación con el mundo tiene dificultades que afectan a su salud; se centra en la noción de experiencia y trabaja desde la importancia que tiene el aquí y ahora en la situación terapéutica. La persona es un ser único, un ser social, no sólo un diagnóstico. La situación terapéutica es un encuentro entre el psicólogo y su paciente.
La principal revolución de la Terapia Gestalt es la de pasar de un modelo de pensamiento individualista a un modelo de campo. Desde ese momento, el objeto de la psicología ya no es una psique, no es un sujeto, el objeto de la psicología es la experiencia de la persona que se da en relación a un entorno, ya que el individuo no puede existir si no es en un campo dado.
Los problemas psicológicos pasan de ser internos a ser problemas de contacto con el entorno significativo. Todo contacto entre el organismo y el entorno tiene como misión facilitar la supervivencia y el crecimiento. Es la repetición de patrones viejos lo que nos impide avanzar. El concepto de holismo que manejamos en Terapia Gestalt no sólo aborda la unidad cuerpo-mente, sino que incluye al entorno, rompiendo así con una larga tradición en la el conflicto pertenece al individuo exclusivamente.
Enfoque Sistémico-Estructural
El enfoque sistémico propone ver a la persona no como ser individual, sino formando parte de un sistema mayor: la familia, el grupo social, profesional etc. Para la sistémica la persona influye en su contexto biosocial y físico y al mismo tiempo es influido por éste, por lo que el contexto debe quedar incluido en la definición y solución de los problemas. Los problemas del individuo son considerados el síntoma del sistema. Es decir, como el resultado de transacciones disfuncionales del sistema que imposibilitan o amenazan el desarrollo adecuado de la persona y del sistema. El síntoma no sólo aparece en la familia sino que es mantenido por ésta.
Desde la perspectiva sistémico-estructural el síntoma surge para intentar regular el sistema y para mantener el equilibrio, es por tanto un mecanismo de supervivencia, y como tal, representa una tentativa positiva de autorregulación del sistema. Desde este enfoque para que los síntomas desaparezcan, es necesario que la estructura que los mantiene cambie.
El enfoque estructural, que forma parte de la corriente más amplia de la sistémica, incide en la noción de estructura de todo sistema. Así en una familia sana se distinguen tres subsistemas claramente diferenciados: el subsistema conyugal, el subsistema parental y el subsistema fraternal. Señala este enfoque hasta qué punto, resulta sano mantener claramente diferenciados los diferentes subsistemas, las fronteras entre los mismos, la jerarquía y reparto de funciones.
La pareja a la vez que forma parte del sistema mayor, la familia, podemos considerarla como un sistema formado por dos personas. De hecho, es el primer sistema en constituirse para llegar a dar lugar a los otros dos subsistemas. La terapia de pareja se sustenta por tanto, en el mismo principio que la terapia de familia. Quien viene a terapia es la pareja, ésa es nuestra cliente y no las personas que la forman consideradas individualmente. Porque en una relación de pareja A afecta a B, a la vez que es afectada por B. Consideramos que la pareja A/B es fruto de la co-creación de A y de B.
La Neuropsicología forma parte de esta mirada diferente, trabajando sobre todo con las parejas y familias que se encuentran desorientadas después de encontrarse con el diagnóstico de algún tipo de daño cerebral (TDA+H, DCA, etc.). La enfermedad aguda, crónica o terminal, aunque no sea neurológica, suele llevar a las parejas y familias a situaciones límite que, a veces, no saben cómo enfrentar y solucionar.